2020 se ha revelado como el año de despunte del comercio electrónico y se han acabado de extender a los canales de vente al cliente final, normalizando las catas virtuales. La feria ha sido un reflejo de ello, con una programación de dos sesiones dedicadas de manera exclusiva a la vertiente digital del sector.
Los ponentes, durante estas sesiones, según se desprende de la información publicada por Harpers, han puesto de manifiesto, a través de su experiencia, el valor que aporta el uso de tecnologías a la industria, que va mucho más allá del comercio electrónico o las redes sociales.
Un ejemplo de esto es la gestión de stocks y la colaboración informativa entre los eslabones de la cadena de suministro. En momentos como el actual, de gran incertidumbre, tanto desde el lado de la demanda como por la parte logística, la aplicación de sistemas automatizados y conectados en tiempo real pueden suponer grandes beneficios de tiempo y coste.
Otro debate interesante surgido durante estas ponencias es la cierta reticencia en la industria europea vinícola a entregarse enteramente al marketing. Según Laurie Millote, de la agencia Outshinery, algunos bodegueros europeos aún ven las estrategias de comunicación en contraposición al propio vino y sus atributos intrínsecos. Frente a esto, se ha enfatizado en la oportunidad que ofrecen los nuevos medios para facilitar el acercamiento de los consumidores al vino y a sus características.
En lo que han coincidido los expertos durante las sesiones es en la rápida evolución de las tecnologías, los formatos y las expectativas del público. Especialmente, conforme se incorporan las generaciones más jóvenes, el contenido destinado a marketing digital requiere cada vez de mayor calidad, profundidad y variedad en los mensajes.
Las bebidas espirituosas superan al vino en la cesta de la compra de los británicos