La razón principal es sencilla: vender en plataformas digitales reduce significativamente los costes y riesgos asociados a la internacionalización tradicional. Antes, expandirse al exterior implicaba abrir delegaciones, contratar personal en destino y asumir un alto nivel de inversión. Hoy, en cambio, una pyme puede vender sus productos a través de marketplaces globales, testear la demanda y ajustar su estrategia sin necesidad de estructuras físicas.
La saturación del mercado nacional actúa como motor de esta tendencia. El ecommerce en España ya ha alcanzado una madurez considerable, lo que significa que la competencia es intensa y los márgenes se estrechan. Para crecer, muchas pymes ven imprescindible diversificar geográficamente, y las plataformas digitales les ofrecen una puerta de entrada rápida y eficaz. Además, los avances en logística internacional y en soluciones de pago seguro han aumentado la confianza tanto de las empresas como de los consumidores en las transacciones transfronterizas.
El estudio también señala un aspecto cultural: muchas pymes españolas han superado el miedo inicial a vender fuera. El proceso de internacionalización, aunque complejo, ya no se percibe como un salto al vacío, sino como un paso lógico en la evolución del negocio. Gracias a la digitalización, la internacionalización se ha democratizado y está al alcance de empresas que, hasta hace poco, se limitaban al ámbito local o nacional.
La digitalización es mucho más que eficiencia: es la vía de supervivencia en un mercado globalizado. Las pymes que no apuesten por vender en el exterior corren el riesgo de quedar relegadas frente a competidores extranjeros que ya operan en España. En cambio, aquellas que aprovechen las oportunidades digitales podrán posicionarse en mercados en crecimiento, construir marcas más sólidas y generar ingresos diversificados que amortigüen las fluctuaciones de la economía local.
Este fenómeno no solo beneficia a las empresas, sino también a la economía española en su conjunto. La capacidad de las pymes para exportar digitalmente contribuye a aumentar el peso de las exportaciones en el PIB, refuerza la imagen de España como proveedor de calidad y genera empleo vinculado a la innovación tecnológica.
Fuente: Autónomos y Emprendedor