Este fenómeno, reflejado en un estudio elaborado por Flowwow y Admitad, confirma que durante el primer semestre de 2025 los pedidos desde el extranjero crecieron un 125 %, lo que supone un hito para el tejido empresarial español. Más allá de los números, lo importante es que este proceso no se limita a las grandes compañías, sino que está siendo liderado por pequeños y medianos negocios que encuentran en la venta online la herramienta más eficaz para superar fronteras.
El informe sitúa a América Latina y Europa como principales receptores de productos españoles, aunque se observa también una expansión constante hacia Estados Unidos, Oriente Medio, Norte de África y la Comunidad de Estados Independientes (CEI). La diversificación geográfica es clave porque permite a las pymes reducir riesgos y no depender en exceso de un único mercado. Además, refleja un cambio cultural: cada vez más empresas nacen con vocación global y consideran natural operar en varios países desde sus primeros años de vida.
Otro aspecto relevante es el papel de los marketplaces y de las redes sociales. Plataformas como Amazon, eBay, AliExpress o incluso TikTok se están convirtiendo en canales esenciales para llegar a consumidores internacionales sin necesidad de grandes inversiones en infraestructura. Esta democratización del comercio exterior es una ventaja para las pymes, que antes veían la internacionalización como un proceso complejo, costoso y reservado a grandes corporaciones. Ahora, gracias a herramientas digitales, incluso un taller artesanal o una marca emergente de moda puede acceder a mercados lejanos con relativa facilidad.
El estudio también destaca un crecimiento general del ecommerce en España: un incremento del 15 % en ventas brutas y un 8 % en el número de pedidos online. Aunque parte de ese crecimiento se debe al mercado interno, la dimensión internacional está marcando la diferencia. De hecho, el aumento del 125 % en pedidos desde el extranjero contrasta con cifras mucho más moderadas en el comercio digital doméstico, lo que indica que el verdadero motor está fuera de las fronteras.
Las pymes que apuestan por este camino no solo aumentan sus ingresos, sino que también mejoran su resiliencia empresarial. Al diversificar mercados, pueden compensar caídas en la demanda local y resistir mejor a crisis económicas específicas de un país. Además, la exposición internacional favorece la innovación, ya que los negocios se ven obligados a adaptarse a distintos consumidores, normativas y canales de distribución. Esta dinámica enriquece su propuesta de valor y las vuelve más competitivas.
No obstante, el proceso no está exento de desafíos. Las empresas deben enfrentarse a barreras idiomáticas, logísticas y regulatorias, así como a la necesidad de gestionar devoluciones internacionales y garantizar métodos de pago seguros y adaptados a cada mercado. La ciberseguridad también se convierte en un factor crítico, pues operar en múltiples territorios incrementa los riesgos de fraude digital.
Para superar estos retos, muchas pymes están recurriendo a alianzas estratégicas con operadores logísticos globales y a programas de formación especializados en internacionalización digital. Asimismo, las cámaras de comercio y organismos públicos están ofreciendo cada vez más programas de apoyo y subvenciones para fomentar la salida al exterior de las pequeñas empresas.
El futuro parece prometedor. La tendencia muestra que las pymes españolas ya no consideran la internacionalización como un lujo, sino como una necesidad para sobrevivir y prosperar en un entorno cada vez más competitivo. Si el crecimiento de los pedidos internacionales se mantiene en torno a los actuales ritmos, España podría consolidarse como un referente europeo en digitalización de pymes con proyección global.
En definitiva, la internacionalización digital no es solo una oportunidad coyuntural, sino un cambio estructural en la forma en que las pequeñas y medianas empresas españolas entienden el negocio. El salto a los mercados internacionales a través del ecommerce representa un nuevo paradigma de crecimiento inclusivo y sostenible, donde la tecnología abre puertas que antes parecían inalcanzables.